HUMANIDAD
Alguna vez no pensé, ni entendí, ni interpreté… no tenía consciencia, sueños ni deseos. Nada era importante.
Alguna vez solo despertaba para andar, comer y cubrirme de la lluvia. No comprendía el tener o el querer, jamás amé ni sabía lo que era apreciar.
Alguna vez me puse de pie, me trasladé, me moví del mismo lugar.
Junto a otros que eran como yo -padre, madre, hermanos, tios y primos- compartíamos los mismos códigos, tan básicos y elementales como los de una manada de bisontes o una jauría de lobos… no recuerdo si alguien mandaba pero aceptábamos ir juntos.
Nacíamos en los pastizales o en las cuevas. Moríamos donde tocaba y allí nos dejaban; a la intemperie del húmedo bosque, entre las piedras escarpadas o bajo el quemante sol del desierto… no rezábamos ni celebrábamos. No teníamos por qué…
Alguna vez nuestros rostros y nuestros cuerpos se desprendieron del denso pelo y comenzamos a sentir intensamente el frío.
Los miembros del clan éramos cada vez más… Necesitamos vestirnos y matar a otras especies a mayor escala para seguir vivos.
Alguna vez alguien se rió por algo y todos nos reímos con él. Nos miramos a los ojos y vimos y sentimos otras cosas: emociones.
Alguna vez, creamos la primera palabra, el signo, el símbolo y el significado de algo que no estaba allí.
Lentamente empezamos a entendernos y a compartir ideas, cuentos e historias. Alguna vez miramos las estrellas y cruzamos el umbral de algo mayor, sobrenatural… comenzamos a imaginar, crear, decidir y cooperar.
No sé en qué momento dejamos de ser animales para convertirnos en el ser humano que somos hoy. Alguna vez cambiamos… mucho para bien y mucho para mal ante lo inefable.