Todo por vivirse
Sin dejar nada en el tintero
Comenzar una nueva etapa no necesita una fecha puntual.
En cualquier momento de la vida podemos realizar un cambio sin necesidad de esperar un año nuevo o algún acontecimiento específico.
Habiendo afilado el lápiz de la experiencia, muchas personas seguimos confeccionando los posibles escenarios que deseamos vivir, analizando los pro y los contras, pero nunca descartando una idea por difícil que parezca.
No soy una mujer de acomodarse y esperar a ver qué pasa.
Desde que me asomé al mundo profesional hace varios años, siempre moví las fichas de cada oportunidad.
Llegando el fin de una etapa imagino los nuevos caminos y las posibilidades que se abrirán en el futuro.
Tengo un listado de logros personales cumplidos y otros que se están gestando para materializarse en el tiempo perfecto.
Frente al futuro, es necesario valorar y dirigir la mirada hacia el objetivo.
Ese es el comienzo de todo, luego se presentarán los cambios y las contramarchas inevitables… y ahí se verá quien tira la toalla y quien persevera.
Obviamente no todo es un plan perfecto, ni las cosas acaban bien ni armoniosamente al 100%.
Aquí es cuando se hace indispensable gestionar las emociones con determinación e inteligencia como una condición crucial para no desbarrancar.
Será la ocasión de demostrar nuestras propias fortalezas y si en verdad somos
coherentes con nuestros principios… o sino, más de lo mismo.
Soy una mujer que no conoce la zona de confort y no me nace «apalancarme» o
quedarme en el molde.
Por eso expongo mis ideas y reflexiones con un amplio público al que no conozco en profundidad, pero con el que comparto ciertos principios y bases culturales.
En esta etapa, que siento como un camino andado en otras épocas de mi vida, propongo un nuevo espacio de diálogo con un interlocutor reflexivo, inteligente y mesurado.
No intento generar polémica ni meterme en asuntos que nos hagan perder el tiempo.
Tampoco voy a someterme a la aprobación ni a la desaprobación de nadie porque estoy en mi terreno.
Sólo y en contados casos acepto la opinión y el consejo de personas muy cercanas que conocen mi historia y cada una de mis decisiones.
Siempre me ha gustado ponerme a prueba y divertirme en el proceso, donde sé que tengo mucho qué ganar y poco o nada que perder.
Nadie puede hablarnos más claro que nuestra propia conciencia.
Ella tiene la suficiente autoridad para sentarnos frente al espejo, sin maquillaje ni autoengaños.
La hora del examen ya llegó y cada minuto cuenta a partir de ahora.
Primeramente, sabremos en qué hemos invertido nuestro tiempo, en quién hemos confiado, si hemos tolerado lo inaceptable, si faltamos a la verdad por salvar cierta imagen, prestigio o patrimonio.
Si vendimos al mundo, a nuestras familias y amigos un sinfín de relatos justificatorios.
Y sabremos también donde pusimos el corazón, por quien y hasta donde hemos llegado.
Todo eso jamás escapa al acto de conciencia personal, solitario y auténtico.
Allí donde únicamente escuchamos la única voz que nunca nos va a mentir.
En esta nueva etapa que comienza hoy, te propongo un diálogo ameno y divertido donde pongamos en común tus historias y las mías sin otra intención que de compartir el camino.