Saltar al contenido
Tremenda Ciudad

Tremenda ciudad (canción 8)

Un tango para encontrarnos

En mis comienzos como música por la salud colaboré con distintas asociaciones además de los hospitales, principalmente en centros para adultos y niños con distintas enfermedades físicas y mentales.  

Pero hay un colectivo muy particular que jamás pensé que conocería: las personas sin hogar.  

Seres humanos a quienes me crucé centenares de veces en Buenos Aires y hasta familias enteras en situación de emergencia económica y social viviendo en la calle.

La mirada intenta siempre esquivarlos y cuando no puede, los normaliza.

Sí, los vemos como inevitables, generados por malas administraciones, por dejadez, por conveniencia de….  

Pero ellos siguen allí, pululando en las ciudades, gestando enfermedades, sufriendo hambrunas, suciedad y desamparo a la vista de todos.

En Buenos Aires y en toda la Argentina, las causas de esta pobreza endémica se encuentran fácilmente con solo mirar hacia atrás.  

Las flechas apuntan a las gestiones nefastas de todos los gobiernos, siendo responsables en mayor o menor medida, sin que ninguno encontrase una solución real y definitiva hasta el momento.  

La práctica de la indecencia y el descaro están en consonancia con la falta de estrategias políticas y de una verdadera voluntad de cambio.

Pero no voy a entrar en polémicas porque aquí en el “Primer Mundo” también hay tela para cortar.

Desde la Fundación Músicos por la salud me enviaron a cantar a la Asociación Natania y a la Casa de la Caridad en Valencia. 

Cada una con su filosofía y propuesta, recibe a personas en situaciones realmente dramáticas ofreciéndoles asistencia de toda índole.

Los espejos están para verse y los espejos son los otros.

Pues la vida me dio la oportunidad de encontrarlos, de conocerlos, de interactuar y atesorar sus palabras, su dolor y sus miedos, que en gran parte eran míos también.

En Natania fui a cantar varias veces y estreché un vínculo muy cercano con algunos de ellos, hombres y mujeres de distintas edades.  

Cuando la confianza lo propició, pudimos hablar de muchas cosas.

Coincidimos y disentimos, encontré barreras, escuché opiniones duras y acusaciones a la sociedad, a la política, a la religión, al Estado. Pero siempre hallé corazones sinceros, abiertos y profundamente lastimados.  

Sería tan sanador oírlos e intentar comprender la vida desde el lugar que, en parte, han sido libres de elegir. Porque todo es una elección. Así lo creo.  

Cuando pensé en escribir otra canción para incluirla en “La vida para cantar” no pude resistirme a contar su historia.

Así que me los llevé imaginariamente a Buenos Aires donde había desviado la mirada de aquellos semejantes, hermanos míos.  

Sin duda, el tango Tremenda Ciudad es un canto a la reconciliación, al abrazo, al encuentro.  

Este es mi homenaje para ellos, lo de aquí y los de allá… “mi sueño, mi canto y mi dolor”.  

Utilizamos cookies para una mejor experiencia en nuestra web.    -
Privacidad