ANÉCDOTAS PARA CONTAR
Un más allá o un más acá?
Con la muerte de mi mamá busqué las maneras de procesar y digerir un duelo tan repentino y doloroso.
Recuerdo que no podía levantarme de la cama y menos imaginarme viajando en un avión para despedirla.
Un golpe que no se lo deseo a nadie, sobredimensionado por la distancia y las imposibilidades económicas de aquel momento.
Tenía a mis hijos cursando la primaria y ya era bastante traumática la situación como para alejarme de ellos.
No podía moverme. Así me recuerdo.
Aquel día marcó un antes y un después. Sabía que era el momento de tirar del hilo en muchas situaciones personales que eran insostenibles y erróneamente postergadas en el tiempo. Esas que empiezan a echar humo por los costados.
Sabía también que debía mirar hacia adentro, algo realmente difícil y arriesgado. Era hora de hacerme cargo de mis propios errores para darle un volantazo a mi vida y cambiar el curso de las cosas.
De pequeña me sentí conectada al mundo espiritual. Si bien encontré en mi querida parroquia del barrio, Santa María Goretti, las primeras respuestas sobre nuestro “propósito” en la vida, ya de mayor me fui desasnando en otras filosofías espirituales y metafísicas.
Luego de la muerte de mamá y habiendo movido una ficha muy grande y pesada que no podía sostener más, me propuse hacer “un curso de algo” que tuviera que ver con el autoconocimiento personal.
En breve, mi deseo se cumplió como por arte de magia y la vida manifestó a la persona correcta para ofrecerme un canje sorprendente.
Esta mujer tenía una Asociación donde impartían Un curso de Milagros y otras actividades como Yoga, Mindfulness, etc.
A cambio de participar en este Curso, yo le daría clases de canto y así cerramos el trato.
Conocerse es difícil… el EGO es cuestionado, herido y puesto en evidencia. Y no hay otro camino que empezar diseccionarlo sin anestesia y donde más le duele.
Fueron casi dos años de grandes aprendizajes con Hei, una estupenda maestra.
Una tarde de domingo, en este Centro ofrecían una jornada de Constelaciones familiares. De verdad, no tenía idea qué se trataba pero me inscribí para participar suponiendo que sería algo bueno para mi.
La mujer a cargo del evento hizo una breve introducción sobre la metodología pero yo seguía sin entender para donde iban los tiros.
- Quien quiere “constelar” primero?
- Yo!! dije levantando la mano.
A partir de ese momento se desplegó ante mí uno de los capítulos más increíbles de mi vida, una película impactante que solo conocen quienes alguna vez experimentaron las constelaciones familiares.
Jamás imaginé que mi mamá pudiera estar allí, mirándome a través de los ojos de otra persona totalmente desconocida, para decirme “GRACIAS hija mía”.
Esa chica encarnó a mi madre en su “noche más oscura” y sentí que no hay más allá ni más acá, ni separación posible.
Entendí que somos UNO en diferentes planos y que los acuerdos de nuestras almas en esta experiencia física, son oportunidades para evolucionar en Amor y recordar quiénes somos en verdad.