Gracias a ti -La vida-
Cuando los hechos se confirman
Como dije en mis anteriores posts, varias situaciones en mi vida marcaron cambios drásticos. Y una de ellas es sin duda mi labor musical en los hospitales y en centros asistenciales.
En estos tres últimos años fui recogiendo anécdotas de lo más variopintas: inesperadas, movilizantes, conmovedoras, tristes, felices.
Un día me comprometí a escribirlas para que nunca se me olvide la sensación de ese momento, eso vivido en carne propia, desde el alma y las células.
Aquellos instantes en los que parece que estamos viendo una película, una ficción y nosotros somos los protagonistas.
Las canciones del disco “La vida para cantar” , que comparto en autoría con mi compañero, el guitarrista argentino Fabián Nesprías, es una recopilación de esas experiencias.
Ellas me permitieron escribir en primera persona poniéndome en la piel de personajes reales, con nombre y apellido.
En Las letras escribí una breve introducción a cada canción para contextualizar al oyente/espectador sobre lo que está a punto de escuchar.
Sin exagerar podría escribir dos o tres discos más con esta temática. Pero como me urge compartirlas voy a contarles aquellas que quedaron fuera del tintero y que merecen ser leídas y disfrutadas.
El caso de Asier.
Esto sucedió en junio de 2018 en el Hospital Clínico de Valencia, más exactamente en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Por lo general el rango de edad de los ingresados es entre 60/80 años. Rara vez se ve gente mas joven y casi nunca chavales de entre veinte años.
Antes de empezar los micro conciertos, es requisito conversar con el personal sanitario para que nos indiquen los pacientes que están despiertos, los que están conscientes pero no reaccionan, las zonas donde no podemos acceder, etc.
Una enfermera me dijo aquella vez “aquel chico está muy grave, cántale algo que seguramente te escuchará”.
Me asomé y vi un muchacho joven, inmóvil. Le hablé, lo saludé pero no emitió sonido alguno. No recuerdo si movió su mano.
Desde la puerta de su box, a 2 metros de distancia le canté Soldadito marinero, canción del grupo de pop/rock Fito & Fitipaldis. Me despedí y continué mi rutina musical paciente por paciente.
Las visitas de Músicos por la Salud al Hospital Clínico de Valencia se realizan los martes. Es normal encontrarse con los mismos pacientes, sobre todo en Hemodiálisis, Oncología y Psiquiatría pero no así en la UCI. Aquí pasan el tiempo suficiente hasta que superan la dolencia y los destinan a planta para seguir con sus tratamientos.
Un martes de septiembre de ese mismo año, acudí como era habitual, al servicio de Oncología. Como dije antes, solemos coincidir con muchas personas que reciben su tratamiento de quimioterapia y estrechamos un vínculo muy cercano. Nos intercambiamos teléfonos y hasta suelen acudir a varios de mis conciertos. También el personal sanitario.
Aquella mañana en Oncología alguien me llama y me pregunta: tu has cantado en la UCI de este hospital hace dos o tres meses? Le dije -claro!
Yo soy Asier, aquel paciente al que tu cantaste Soldadito marinero. Estaba tan grave, tan cerca de la muerte que no pude decirte nada. Qué suerte que hoy te haya encontrado para agradecértelo, hoy es mi último día de quimio.
Asier y yo seguimos en contacto por Facebook. Es un muchacho encantador, un luchador nato que me enseñó que aunque nuestros actos parezcan imperceptibles o carezcan de valor por falta de una respuesta deseada o de una reacción inmediata, estamos contribuyendo a transformar la vida de una persona sin poder imaginar hasta dónde.
También entendí, sin que se me olvide hasta el día de hoy, que el ritmo y la vorágine que le hemos metido a la vida actual anula la percepción del tiempo presente, del momento a momento, del saborear cada instante sin apuro y sin expectativas.
Tal vez sea por eso que algunas experiencias tan superadoras como las de Asier, hayan dejado huella en la vida de quienes lo hemos conocido, sin que nada vuelva a ser lo mismo ni para el para nadie.