Saltar al contenido
La vida para cantar - Me fui (canción 2) - Gabriela Castillo

Me fui (canción 2)

Historia de hijas y madres

Decidir emigrar es algo muy complejo, sobre todo cuando la motivación es no tener otra salida.

Distinto es tomar una decisión planificada considerando los pro y los contras, pero con la certeza de que los vientos soplarán a favor en el transcurso de esa experiencia.

En mi caso, fue la primera opción. La crisis económica en Argentina en 2000 nos puso frente a la pared y sin más remedio fijamos el destino en España.

Mi madre en menos de un año se desprendió de dos hijas, una hacia Alemania y la otra hacia España. Además de dos nietos, mis hijos.

En el transcurso de esta odisea, ambas sufrimos varios altibajos por motivos muy distintos, pero podemos asegurar que Amelia jamás nos desalentó, sino todo lo contrario.

Ahora hay que remarla decimos en mi país y también nos lo decía ella.

Esta segunda canción se la dediqué a mamá, a la persona que más creyó en nosotras y que sabemos que en cada llamada por teléfono supo disimular su angustia, contener las lágrimas y guardarse el pedirnos “volver”.

Con mi compañero coautor Fabián Nesprías decidimos convertir estos versos en un huayno, que es un ritmo folklórico del noroeste argentino y de países limítrofes.

 Y con gran acierto, Fabián creó una melodía con fuerza y entusiasmo para destacar la esperanza y la voluntad del emigrante que nunca olvida sus orígenes.

Sin embargo, por esos días, sucedió algo que me movilizó profundamente en una de mis visitas al Hospital Pare Jofré de Valencia.

En el servicio de rehabilitación, la mayoría de pacientes son de la tercera edad y reciben distintos tratamientos por fracturas, párkinson, lesiones, artritis, etc. 

Pero también hay un porcentaje reducido de personas jóvenes que acuden allí por diferentes motivos pero no relacionados con el deterioro físico ni con la edad.

Este es el caso de una muchacha pakistaní que tenía apenas 19 años. No se expresaba muy bien en castellano pero lo entendía perfectamente. Además tenia un par de ojos enormes y profundos que hablaban por sí solos. Era bellísima.

Llevaba puesto un corsé ortopédico que le mantenía la espalda erguida y rígida por un accidente que había sufrido. Necesitaba mucha ayuda para realizar y coordinar los ejercicios pero ella intentaba seguir al pie de la letra todas las indicaciones.

Sin conocer los detalles de su historia, la veía sonriente y predispuesta a recibir la rehabilitación pese al malestar y al dolor.

Un día entró llorando y sin ganas de hablar con nadie ni de colaborar con los fisioterapeutas.

Lloraba hasta con rabia pero en silencio. Se negaba a mirarnos. Nunca la había visto así.

Le pregunté que le pasaba y me dijo:

-“Quiero ir con mi mamá

No pude contener la duda. No estaba con su familia aquí en España?

La fisioterapeuta que la atendía me dijo que no, que había venido con su padre a trabajar y que en su país habían quedado su madre y sus hermanos.

Obviamente su estado de salud le impedía regresar. Debía recuperarse antes de subirse a un avión y soportar los casi 6500 km de vuelo.

Comprendí en ese momento que la canción debía incluir a esta valiente muchacha emigrante.

Su decisión de buscar nuevos horizontes y de arriesgarse a todo o nada para contribuir económicamente con su familia hacía que mereciera recordarla y honrarla en la canción Me fui.

Hoy, la imagino en aquellos brazos que tanto había necesitado, arropada por el amor que sana más que cualquiera en este mundo. El de una madre como la suya y como la mía.

Utilizamos cookies para una mejor experiencia en nuestra web.    -
Privacidad