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La vida para cantar - Tonada de Emilio y Antonio

Tonada de Emilio y Antonio (canción 7)

Una canción para dos amigos

Si de personas inolvidables pudiera hablar, sería de Emilio y Antonio.

El servicio de Hemodiálisis es donde más interactuamos a nivel personal con los pacientes, y esto es así porque nuestras visitas, los mismos días y horarios, nos permiten estrechar vínculos cercanos y afectivos.

Todos conocemos la rudeza del tratamiento donde las personas deben conectarse durante varias horas, tres veces por semana, al “dializador” o comúnmente llamado “riñón artificial”.

Suena complejo y lo es pero hasta el momento es la única solución para las casi 60 mil personas que sufren de insuficiencia renal en España.

Todos los martes me tocaba ir al Hospital Clínico de Valencia para realizar los conciertos en Hemodiálisis, Psiquiatría, Oncología y cada tanto en la Unidad de Cuidados Intensivos.

En la segunda planta comenzaba mi aventura musical, previo café para cargar bien las pilas.

Pese a estar inmovilizados e incómodos en sus camas, a fin de que el dializador haga su trabajo sin complicaciones, los pacientes siempre me reciben con entusiasmo y dispuestos a cantar conmigo en la medida que pueden.

En el centro de la sala había dos camas, en la de la izquierda estaba Emilio y a su derecha, Antonio.

Emilio sumamente sensible, con sus manos siempre frías, se emocionaba cuando yo cantaba alguna canción que le removía los recuerdos. Su mirada y sus gestos expresaban melancolía y hasta cuando sonreía sus ojos se llenaban de lágrimas.

Por el contrario, Antonio -un hombre de carácter fuerte y hasta a veces malhumorado según las enfermeras- era sumamente amable y caballeroso conmigo, cosa que sorprendía a todos por su cambio de actitud al verme entrar por la puerta.

El concierto se me hacía corto porque nunca faltaba alguna ocurrencia graciosa de Isabel, otra paciente maravillosa, y muchas anécdotas de juventud de aquellos personajes que hablaban los unos con los otros desde sus respectivas camas.

En el verano de 2018 nos tomamos vacaciones en la Fundación y me despedí de ellos hasta septiembre.

Al regresar me encontré con las dos camas de Emilio y Antonio vacías. Pensé que los habían derivado a otros Centros o que les habían cambiado los días de tratamiento.

Ni bien me vieron llegar las enfermeras, una de ellas me comunicó el fallecimiento de ambos durante mi ausencia.

De verdad no podía creer lo que me estaba diciendo. Todavía no sé como hice para reponerme del shock y cantar después de semejante noticia.

Esta dura experiencia y el recuerdo de Emilio y Antonio me inspiraron a escribir la 7ma canción del Disco La vida para cantar.

Me imaginé yendo del brazo de ambos camino al hospital, por el boulevard de la Avenida Blasco Ibáñez de Valencia. Los escuché hablarme de su juventud, de sus primeras novias, de las verbenas de los pueblos, de los amigos.

La tonada de Emilio y Antonio es mi homenaje para aquellos dos hombres que no olvidaré jamás, ni sus ojos tristes, ni sus manos frías, ni los guiños cómplices de aquellas mañanas en el Hospital Clínico.

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