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Tus alas (canción 3)

En la soledad de nuestra mente

En estos cuatro años de visitar hospitales y centros sociosanitarios he presenciado realidades de todo tipo, algunas muy difíciles y otras realmente alentadoras

Siempre asociamos la enfermedad a razones de la edad o a la mala suerte en el caso de una persona joven o a motivos inexplicables como en el sufrimiento de un niño.

Es cierto también que  a la enfermedad física le damos hasta cierta lógica y compadecimiento. Le adjudicamos razones hereditarias, motivos ambientales, o de malos hábitos.

Pero no ocurre lo mismo con las enfermedades mentales

El estigma de la enfermedad mental es algo que sigue generando rechazo e indiferencia y en cuanto a la efectividad de los tratamientos, todavía falta mucha tela qué cortar.

Claro que hoy la medicación consigue paliar los graves problemas de conducta y de sociabilidad sin que se tenga que recurrir a “terapias” extremas, algunas consideradas verdaderas torturas que se practicaban no hace tantos años atrás.

En mis visitas a los servicios de Psiquiatría he visto a los mismos pacientes ser trasladados de un hospital a otro, buscando soluciones donde no la encontraron todavía.

Las edades de estos hombres y mujeres rondan entre los 20 y 60 años, y la proporción entre ambos es más o menos pareja.

Desde la Fundación «Músicos por la Salud», tenemos la gran oportunidad de acercarles un rato de música en sus largos períodos de internación, cada semana.

Así es como se generan lazos de amistad y empatía. Intercambiamos ideas, opiniones y siempre, sin excepción, ese ratito de música los transforma.

“Tus alas” es la canción que quise dedicarles después de ver el sufrimiento en aquellos rostros de miradas perdidas.

Lágrimas y risas, abrazos y desconsuelo es el cuadro de cada sesión de música en los servicios de Psiquiatría.

Me han regalado dibujos, palabras y dedicatorias en papeles sueltos, poemas ilegibles, mi nombre escrito en pizarras.

Al momento de despedirme, nunca faltó el abrazo pidiéndome que vuelva pronto

En esta canción quise recordar especialmente a una muchacha que se retiró hacia la ventana para llorar mientras escuchaba una canción que la había emocionado. A ella me refiero en una de las estrofas cuando digo:

Y siento en mi pulso, la vida en mis venas
y el mundo que juega tras esa ventana.
Es mi libertad infinita a tu lado
y todo es posible al darme tus alas.

Nadie sabe cuánto sufre una persona en su eterna desesperación y soledad. Allí, en ese mundo impenetrable, es donde la música obra el mayor de los milagros: el reencuentro consigo mismos.

Tal vez me haya tocado conocer de cerca esta realidad a fin de entender muchas situaciones cercanas y dolorosas. Y sea yo en mi proceso de aprendizaje, la alumna más agradecida por tantas almas que acompañan mi camino.

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