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GABRIELA CASTILLO POST

DIARIO DE VIAJE 2

EL LAGO DE LA ALBUFERA DE VALENCIA

Es increíble que, a solo 10 km de una ciudad como Valencia, con casi 1 millón de habitantes, exista el lago más grande de España.

La Albufera es el humedal más importante del mediterráneo, con una superficie de 23,94 km².

Está separada del mar por una estrecha barra litoral de un valor medioambiental y ecológico incalculable, ya que acoge a miles de aves acuáticas migratorias y a varias especies en peligro de extinción.  

Parte de su paisaje lo constituyen los arrozales del Marjal, los puertos de pueblos pescadores como la Gola de Pujol, Catarroja, Silla, Sollana y El Palmar, y los bosques de pinos de la Devesa.

Además posee un ecosistema de dunas naturales que la convierte en un paraje único.

 L’Albufera (según su origen árabe al-buhayra, el marecito el pequeño mar) fue declarada Parque Natural en 1986, y desde 1989 es reconocida como «Humedal de importancia Internacional», especialmente como “Hábitat de Aves Acuáticas» en Ramsar, Irán, el 2 de febrero de 1971.

También es parte integrante de la Red Natura 2000, al haber sido declarada como «Zona de especial protección de las Aves» (ZEPA) en 1990 y seleccionada como «Lugar de Importancia Comunitaria» (LIC) desde 2006.

En este escenario natural único que ofrece atardeceres magníficos, he grabado el video de una de mis canciones más queridas: Serenidad.

Al litoral argentino lo surcan dos grandes ríos: el Paraná y el Uruguay y en él se concentra una gran variedad cultural, fruto del mestizaje de pueblos indígenas e inmigrantes europeos y asiáticos.

Este ensamble racial y cultural gestó varios estilos musicales como el chamamé, el valseado, el chotis, el rasguido doble, la chamarrita.

Los versos que nacieron allá por el 2015 tenían la cadencia implícita de un chamamé y pensé que la Albufera me permitiría recrear la geografía musical del litoral argentino que necesitaba para mi video.

Recuerdo aquella mañana de diciembre en la que soplaba viento de poniente, a pocos días de comenzar el invierno. El aire era cálido y el día estaba más radiante que nunca.

Fue un regalo haber disfrutado del paseo en barca, adentrándonos por uno de los accesos a la Albufera. El lago en toda su inmensidad, el vuelo de las gaviotas y las garzas fueron el telón de fondo para transmitir el sentido de una bellísima canción que nació en estas tierras, nada más y nada menos.

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