ALGORITMOS EN SU SALSA
Receta de uso y aplicación
Con el manejo y uso de las nuevas tecnologías, y especialmente el ingreso al mundo de las redes sociales, nos vamos enterando de cómo funciona esto de los algoritmos y de la Inteligencia Artificial.
Sin saber el cómo, se nos muestra una publicación con cierta frecuencia de acuerdo a nuestras elecciones, likes y comentarios a productos y servicios que vemos circular en cualquier plataforma.
Quién no ha dicho alguna vez que “el teléfono nos escucha”, y que después de una simple conversación, comienzan a llovernos publicidades y sugerencias vinculadas al asunto de nuestra charla.
Al respecto, un experto en SEO de CyberBrainers afirma «Si revisas los permisos que has dado a las aplicaciones, pueden acceder por defecto al micrófono y cámara de nuestro smartphone«. Por lo tanto, recomienda activar los permisos –como el acceso al micrófono, cámara, SMS o geoposicionamiento– cuando tengamos la app abierta.
Añadiendo que «sin eso, y de nuevo presuponiendo que no hay una conspiración maquiavélica mundial para espiarnos, por mucho que esas aplicaciones quisieran hacerlo, no deberían poder» escuchar las conversaciones.
Se dice que los algoritmos son controlados por la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial con el fin de vigilar su aplicación y minimizar los riesgos que pueden ocasionar sobre la seguridad y la salud de las personas.
Con o sin control gubernamental, la influencia que ejercen los algoritmos en nuestras vidas es indudable. Sin darnos cuenta, las empresas obtienen datos sobre nuestros gustos y preferencias, sobre las actividades que realizamos y con quién las realizamos.
Podríamos ser catastrofistas y dar esta lucha por perdida reconociendo que hoy es imposible no estar conectados al mundo a través de nuestros teléfonos.
La cuestión aquí es ser conscientes del recorte de la realidad que ejercen los algoritmos, mostrándonos un mundo de gustos y preferencias a la carta, pero nunca en todas sus variantes.
En cuanto a la publicidad, la dirección es muy concreta. Se diseñan ofertas, cupones, descuentos para incentivar la compra y el consumo masivo, creando necesidades en cualquier época del año.
Gracias a la información obtenida de los usuarios, los algoritmos aprenden a segmentar y a clasificar las publicaciones para que los usuarios tengan una mejor experiencia y permanezcan más tiempo conectados.
Cada mañana al despertar manipulamos el teléfono, respondiendo los chats que entraron por la noche, leyendo la noticia de último momento, recibiendo información sobre los productos que nos interesan comprar, o la oferta de vuelos y hoteles.
¿Qué recurso nos queda para no perder la cordura ni la coherencia dentro del mundo de las Redes y de las miles de plataformas online a nuestra disposición?
Tal vez exigiendo nuestro derecho a toda la información disponible y al uso de la libertad de expresión, aunque existen sobrados ejemplos de que esta facultad fue vedada, sancionada y suspendida cuando la Red detecta publicaciones que considera nocivas, muchas veces, de forma arbitraria.
Por lo general, es un programa el que hace el primer filtrado para bloquear una cuenta durante 12 horas (primer strike), lo que implica que se censura o castiga a los usuarios por utilizar determinadas palabras sin tener en cuenta el contexto (la ironía, la relación entre los usuarios, las metáforas).
Si bien se permite apelar los bloqueos, siempre estamos en la delgada línea que separa la libertad de expresión.
«Las redes sociales no tienen derecho a implantar un régimen de censura a la libertad de expresión. Vemos con preocupación el desarrollo de las redes sociales, que ya están afectado a la vida privada y al derecho a la intimidad, y creemos que una autoridad independiente debería regularlas para lograr el delicado equilibrio de evitar que se restrinjan libertades de los individuos y se difundan noticias falsas», asegura a el Economista Juan Caño, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM).