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DIARIO DE VIAJE 21

Onda y su Castillo de las Trescientas Torres

En abril de este año nos acercamos a Onda, un pueblo situado a poco más de 70 kilómetros de Valencia, en la comarca de la Plana Baja, provincia de Castellón.  

De esos lugares que uno va posponiendo hasta que un día alguien te habla de un castillo, y no de uno cualquiera: el Castillo de las Trescientas Torres, una fortaleza musulmana excelentemente conservada desde el siglo X. 

La sola mención de ese nombre ya despierta la imaginación. ¿Trescientas torres? Bueno, en realidad se trata de entre 72 y 79 pero eso no le quita ningún mérito a semejante estructura. 

Se dice que tenía tantas torres como días tiene el año, una ciudad amurallada que aún hoy se eleva sobre el montículo estratégico que domina la llanura de La Plana y la Sierra de Espadán.  

Caminar por sus restos es hacer un viaje en el tiempo. Allí, donde antes hubo asentamientos ibéricos y romanos, los musulmanes construyeron un núcleo que con el paso de los siglos fue creciendo hasta convertirse en una imponente ciudad-fortaleza. 

La historia de Onda es una crónica de luchas y reconquistas: desde la rendición en 1238 de Zayan, último rey moro de Valencia, ante el rey Jaime I el Conquistador, pasando por las órdenes militares del Temple, el Hospital y Montesa.  

El castillo fue testigo de guerras y asedios, desde la Guerra con Castilla en el siglo XIV, las Germanías en el XVI, hasta la Guerra Civil del siglo XX. Cada piedra parece susurrar historias de batallas eternas. 

Dentro del castillo, hoy en restauración, se encuentra un museo donde se exhiben yeserías musulmanas que hablan de una época en la que el arte se fundía con la arquitectura. 

En sus muros se proyecta al poeta, historiador, diplomático y político valenciano de Al Àndalus, Muhámmad ibn al-Abbar, perteneciente a una influyente familia yemenita de Onda en el año 1199, quien deleita al público visitante con sus relatos y pone en contexto la vida de aquellos años de esplendor. 

 

Pero Onda no es solo su castillo. En su casco histórico, nos encontramos con la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, una joya inesperada.  

Llegamos el Sábado Santo y, por suerte, la iglesia estaba abierta. Lo que descubrimos fue un altar mayor radiante, una obra maestra barroca que se levanta sobre un solar con siglos de historia.  

La iglesia, que comenzó a construirse en 1727, descubre en la cúpula, los frescos del pintor Carlos Maroti y una obra escultórica impresionante del maestro Folía, discípulo y amigo de Rodin, quien falleció antes de ver su obra finalizada. 

Viajar por pueblos como Onda es tocar la historia con las manos, palpar la memoria que se esconde en cada piedra, en cada mosaico y en cada rincón de la Comunidad Valenciana.  

Es descubrir que la maravilla de viajar no solo está en ver paisajes nuevos, sino en dejar que esos lugares te hablen, te enseñen y te transformen, con la paciencia de quienes saben que el tiempo es un maestro silencioso. 

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