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CUANDO LA SANGRE TIRA

De árboles genealógicos a bosques infinitos

Hace algunos años atrás, no muchos, reflexioné sobre mis orígenes familiares.

Hasta donde yo sabía y por relatos de mis padres, la memoria de mis ancestros llegaba hasta mis bisabuelos por ambas partes. 

En la vorágine de la vida y el correr de los años cumpliendo etapas estudiando, trabajando, teniendo hijos, y en mi caso emigrar después, los temas verdaderamente importantes quedan para “algún día cuando podamos”.

Previendo que el ambiente se estaba caldeando en la Argentina de finales de los 90’ con una crisis política y económica despuntando a lo lejos, supuse que algo podría pasar y que había llegado la hora de sentarme con mis padres para armar el árbol genealógico, mientras ellos vivían en mi casa de Banfield. 

Con lápiz, goma de borrar y un buen manojo de hojas de papel reciclado, fui armando el entramado de parientes para un lado y para el otro, hacia arriba, hacia abajo, en diagonal, con flechas indicando cuadros con detalles y especificaciones diversas. 

Así fui agregando hojas, borrando nombres, corrigiendo fechas de nacimiento, etc. y por fin nos quedó un árbol -un poco desbaratado- donde por primera vez pudimos visualizar a toda la familia.

A partir de aquel momento encontré sentido a las fotos en color sepia de los personajes sin nombre que mis padres guardaban en una caja roja en el placard de su habitación. 

Cuando llegué a Valencia, gestioné la nacionalidad española por mi vínculo marital con un argentino nacionalizado español, pero en ningún momento se me ocurrió pensar que podría acceder a este derecho a través de mi propia familia

Allá por el 2019 me pregunté si habría algún familiar lejano por estas tierras. El apellido de donde podría obtener información rápidamente era el de mi abuela paterna, Doña Sara Illobre, de la que tengo un vago pero cariñoso recuerdo, porque ella murió cuando yo tenía 7 años. 

Sin entender cómo suceden los fenómenos de sincronización, me llegó un mensaje al MSN de un hombre presentándose como un pariente asturiano de segundo apellido Illobre que estaba armando el árbol genealógico, fechando su origen en 1700.

Para ello, se estaba poniendo en contacto con todos los descendientes desperdigados por España, Argentina y Estados Unidos con el fin de hacernos llegar un archivo de Excel con el árbol completísimo de la rama gallega y asturiana de los Illobre. 

Nada pudo ser más increíble y maravilloso que este encuentro con el resto del Clan, gracias al empeño y a la genialidad de mi reciente pariente descubierto en las redes sociales.

Hablé por teléfono con él un par de veces. Tenía la edad de mi padre, alrededor de los ochenta y pico, y era un hombre muy simpático y amable que, en la vuelta de su vida, ya jubilado y entregado al cuidado de sus nietos, había pensado en hacernos este regalo a toda la familia. 

Desde entonces, imaginé viajar a Galicia para visitar el pueblo de Illobre en el municipio de Betanzos – La Coruña y por fin, este verano pude cumplir el sueño.

Para mi sorpresa, la pequeña aldea de pocas casas, con su parroquia medieval, sus huertos y gallineros, tiene en lo alto un Pazo -tal como se conoce a las casas señoriales construidas en los siglos XVII a XIX- perteneciente a nuestra familia.

Desconozco cualquier historia que se haya podido engendrar en aquellas tierras, muy anteriores a mis tatarabuelos de los cuales tengo alguna información.

No sabré nunca el nombre ni el destino de los primeros Illobre que llegaron a Betanzos y que luego dieron su nombre a la aldea.

Sin embargo, la geografía de ese lugar y el aire que allí se respira me dieron las pistas para imaginar la vida de aquellos lejanos parientes y vecinos. 

Todos conviviendo en sus casas de piedra, guardando las cosechas en los populares hórreos gallegos, celebrando sus fiestas navideñas y patronales.

Giré la mirada hacia los campos desde donde se ve la Ría de Betanzos. No habrá sido fácil para los emigrantes de aquellos años dejar su tierra y sus seres queridos, a los que tal vez no volverían a ver nunca más. 

Algún día tendré que volar hacia otro destino, muy distinto, para seguir armando el otro árbol de la familia italiana materna originaria de Camagna Monferrato, municipio de la provincia de Alessandria, en la región de Piamonte. 

Quien dice que, por arte de magia, algún pariente Cazzulino me escriba un mensaje y me diga: “Ciao Gabriela, siamo la tua famiglia italiana”.

4 comentarios en «CUANDO LA SANGRE TIRA»

  1. Ciao Gabriela, me emocioné muchísimo escuchando tu historia.
    Yo estuve en Valencia y te avisé en un comentario de fb.
    Después me he dado cuenta que estabas viajando por España ahora entiendo haciendo algo muy importante para ti. Con el árbol genealógico y las historias los lugares se cierran círculos importantes para saber quién somos.
    Avísame cuando vendrá por Italia.
    Un abrazo
    Vanna

    1. Hola amiga !! disculpa si no te he contestado, estaba de aquí para allá en Galicia y no he visto tu mensaje. Gracias por tu comentario y ojalá podamos vernos en otra ocasión en Valencia o en tu hermosa Italia. Abrazo !

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