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ESPEJITO, ESPEJITO
Lo que natura no da, la cirugía lo arregla.
Es llamativo como se ha naturalizado el perfeccionamiento estético en todas las edades.
Desde tratamientos faciales más o menos accesibles hasta aquellos costosos y con un alto riesgo para la salud.
Está clarísimo que recurrir a un mejoramiento de la imagen plantea un asunto de autoestima muy de fondo.
En el mejor de los casos, el cliente o paciente suele quedar satisfecho con los resultados. Pero existe una alta proporción en los que la decepción puede generar efectos adversos para su salud física y mental.
«La relación entre la imagen corporal y la identidad personal es compleja. La cirugía estética puede desencadenar una búsqueda constante de perfección y, en algunos casos, llevar a trastornos corporales y a la dismorfia.»
¿Quién no recuerda en la adolescencia mirarse obsesivamente al espejo, sin la mejor cuota de compadecimiento por uno mismo?
¡Si habremos hecho lo imposible para disimular o maquillar aquel defecto antes de padecer la peor de las vergüenzas frente a nuestros amigos!
En este terreno es donde los tratamientos estéticos y las cirugías encuentran la explicación de su notable crecimiento en estas últimas décadas.
En su definición, la cirugía estética es aquella especialidad médica en la que se realizan intervenciones quirúrgicas enfocadas a modificar alguna parte de la anatomía con la que el paciente no se encuentra a gusto.
En otras palabras, pretende conseguir que la persona se sienta mejor con su cuerpo y, por lo tanto, incremente su autoestima y su calidad de vida.
De acuerdo con el último estudio presentado por la Sociedad Internacional de Cirujanos Plásticos, en 2018 se realizaron más de 23 millones de cirugías estéticas en el mundo, 11 millones más que en 2017. Y la tendencia sigue en aumento.
Habría que diferenciar las cirugías estéticas de las reparadoras. Por el contrario, en este tipo de cirugías se busca reconstruir una parte del cuerpo, sea por un accidente, una enfermedad o por una condición de nacimiento.
Algunos estudios confirman que las cirugías favorecen al mejoramiento de la autoestima, sin embargo, estos efectos positivos pueden ser temporales, dando lugar a retoques interminables que alteran y borran rasgos propios y característicos.
En el ranking encontramos a la cabeza a Estados Unidos con 3 millones de cirugías. Le siguen Brasil, Japón, Italia y México.
La Sociedad Internacional de Cirujanos Plásticos, nos señala las cirugías que más se practican.
- Mamoplastia de aumento de pecho que suponen el 25% de todas las intervenciones.
- Liposucción, que elimina el exceso de grasa en alguna parte concreta del cuerpo, abdomen, caderas, espalda y los muslos. Operación más demandada entre los hombres.
- Blefaroplastia o cirugía de los párpados.
- Rinoplastia que afecta a la nariz sea por tema estético o por problemas de salud.
- Abdominoplastia que elimina el exceso de tejido graso pero también corrigiendo la flacidez muscular y reparando los problemas de exceso de piel del abdomen.
- Otoplastia, que atañe a la reducción o cambio de la forma de las orejas.
- Relleno facial mediante inserciones de ácido hialurónico.
- Mastopexia o elevación de las mamas.
- Ritidectomía o lifting facial que consiste en estirar el rostro y el cuello.
- Gluteoplastia o aumento del tamaño de glúteos, operación está creciendo más de un 30% respecto al año anterior.
¿Qué pasa con los adolescentes que ya incursionan en el terreno del cambio estético?
La adolescencia es una etapa de desarrollo crucial. Durante este período de la vida, los adolescentes experimentan cambios significativos en sus cuerpos, correlativamente con la búsqueda de su propia identidad.
Las redes sociales han creado un espacio en el que se promueve una cultura de perfección y comparación constante.
Los jóvenes están permanentemente expuestos a imágenes retocadas y a filtros que distorsionan la realidad, lo que puede llevar a una baja autoestima y una insatisfacción con su apariencia.
Aquí hay que tomar el asunto en serio ya que los cambios que se provoquen en el cuerpo de los adolescentes pueden verse alterados a largo plazo.
De hecho, algunas cirugías, como la rinoplastia o la mamoplastia, pueden interferir con el crecimiento normal y provocar problemas en el futuro.
Los médicos y cirujanos deben evaluar cuidadosamente la capacidad de discernimiento de los adolescentes y saber detectar si existen presiones externas o una percepción distorsionada de sí mismos.
Llegados a este punto, los adultos y los padres tendrían que ser ejemplos de sentido común, aunque vistas algunas publicaciones en redes sociales, a muchos les haría falta pasar por una evaluación psicológica antes que a sus hijos.
Me parece muy interesante tu reflexión en/y el tema que expones.
Se hace necesario que cada vez tomemos más conciencia (y ya es un paso importante) de cómo los intereses económicos de las personas/compañías que ganan dinero en todo esto, promueven la importancia «vital» de modificar el cuerpo para adaptarse a un modelo estándar. Y hacer que se vaya creando una necesidad.
Por otra parte, eso que se dice de «para mejorar la autoestima», puedo ponerme unos pechos impresionantes, y seguir hambreando la admiración de l@s demàs, y continuar con esa dependencia.
Ha crecido entonces mi autoestima???
Totalmente de acuerdo… con ver el estado actual de famosos y famosas que fueron TOP y que no se aguantan frente al espejo, consiguiendo deformar su apariencia por una imposible carrera contra el tiempo. Pero lo que más cuestiono es la falta de ética profesional para agarrar el billete antes de contemplar la salud mental y física de un paciente. Asi nos va… muchas gracias por tu comentario.
Tan real todo esto lo q vivimosla sociedad,las redes sociales,aportan a todo esto,que uno sea perfecto de todos lados.y los adolescentes que están tan pendiente de esto.Ya de chiquitas,las nenas en ves de jugar con muñecas,piden .maquillajes,etc.
Una falta total de coherencia que ya se inculca de niños/as, como bien decís Mónica. Muchas gracias por tu comentario. Abrazo