MR. SPOCK Y TODAS SUS RAZONES

Hay que agradecer al mundo de ficción televisiva y cinematográfica la creación de personajes tan inusuales y curiosos como Mr. Spock de la serie Star Trek. 

Spock dijo en el séptimo episodio de la tercera temporada:

«¿Podría decir que no disfruto en absoluto sirviendo con humanos? Sus ilógicas y estúpidas emociones son una irritación constante.» 

Esta postura tiene una explicación. El personaje, mitad humano y mitad vulcano, ha desarrollado su lado más cerebral e imperturbable aún frente a verdaderos peligros inter-espaciales, siendo influyente y decisivo por su inteligencia y sus habilidades analíticas.

Respecto a su origen, el padre era embajador de Vulcano Sarek y la madre humana se llamaba Amanda Grayson.

Este mestizaje hizo que fuese el hazmerreír y desde muy pequeño sufriera lo que se conoce hoy como bullying. 

Ante tales humillaciones Spock se auto proclamó vulcano y en toda su vida trató de superar el conflicto entre la razón y la lógica vulcana, y la emoción e intuición humana.

Mr. Spock se convertirá en el personaje que más perduraría en el tiempo por sus comentarios y opiniones con tintes filosóficos y aires de proverbio antiguo. 

Los humanos, por el contrario, desde que salimos del vientre materno crecemos en un continuo contraste de diferencias: hambre/saciedad, miedo/seguridad, frustración/satisfacción, mío/del otro, tengo/no tengo, y un largo etcétera. 

Y nadie nos explica cómo hacer para no desbordarnos ni perder el control en momentos cruciales.

No sólo me refiero a las emociones llamadas negativas como la ira, la envidia, los celos, la venganza, el miedo, la desesperación, etc. 

Sino también respecto a las emociones positivas que pueden embargarnos hasta los límites, como son la alegría, la euforia, la diversión, el entusiasmo, el gozo etc.

Al parecer, tanto unas como otras, son de carácter efímero y absolutamente inestables. Podemos pasar de un estado emocional al otro ante cualquier factor externo que nos afecte directamente o en cierto grado. 

A lo largo de nuestra existencia, mayormente oímos hablar a nuestros padres de experiencias poco o nada satisfactorias que, por el contrario, de vivencias estables, gratificantes y duraderas.

Aunque la vida la tengamos atada a cierta rutina, aceptando que pudiéramos estar peor y que más vale malo conocido que bueno por conocer, no faltará ocasión para que alguna situación nos haga “saltar la térmica”.

Existen millones de motivos: traiciones, mentiras, estafas, chismería, explotación, abuso, hipocresía, humillación, tanto en el plano profesional, social como en el familiar.

Sin quedarnos atrapados en los extremos, tal vez podamos encontrar el equilibrio entre lógica y emociones.

Decía Aristóteles “que las pasiones en general van acompañadas de las sensaciones placer y/o dolor, las cuales entrañan cierta alteración o turbación psicofísica (Cooper, 1996; Boeri, 2007). 

Sin embargo, una de las principales representantes de la Tesis Cognitivista, Martha Craven Nussbaum, sostiene que:

[…] desde el punto de vista de Aristóteles, las emociones no son fuerzas animales ciegas, sino partes inteligentes y discriminadoras de la personalidad, estrechamente relacionadas con creencias de cierta clase, y por tanto sensibles a modificaciones cognitivas. (Nussbaum, 1996: 303) 

A fin de evitar demonizar a la lógica o menospreciar a las emociones, quisiera recordar la escena de la muerte Mr. Spock en acto de servicio, entrando a la cámara anti-materia de forma heroica y por el bien de la tripulación. 

Ni ser lógico y excéntrico es ser malo, ni ser emocional y sensible es ser bueno. Tal vez, éste sea un ejemplo, aunque límite, de saber qué hacer y cómo vivirlo desde nuestro principal punto de referencia.