Pronto, la vida me daría la oportunidad de cumplir ese sueño.

En mis últimos años he trabajado como “música por la salud” en hospitales, residencias geriátricas y centros sociosanitarios. Una actividad que me aportó momentos inolvidables junto personajes que aún veo pasar por mi recuerdo y mi retina.

La vida para cantar es el título que elegí para esta hermosa obra de  once canciones que refleja mi experiencia personal con personas reales, que fui conociendo en estos años tan fructíferos.

No ha sido un camino de rosas. He conocido la enfermedad terminal, he visto el dolor de quien se despide de un ser querido, he palpado el sufrimiento y las secuelas de los tratamientos.

Pero también fui testigo de la sonrisa de los niños con parálisis, de la mirada amorosa de las abuelas que ya no recuerdan, de las lágrimas desahuciadas de los sin techo, del andar sin rumbo de los que divagan por los pasillos, y de la lucha silenciosa de “los luchadores de la quimio”.

A todas estas personas fueron dedicados mis versos, porque están vivos en cada canción y siguen aportando tanto a mi vida personal y profesional.

Es mi ofrenda este puñado de canciones

por dejarme estar contigo en las mañanas.

En tus ojos me reflejo así tan libre,

me haces fuerte cuando ríes, cuando cantas.

La vida para cantar es la suma de todas las partes: ellos en mí y yo en ellos en esta experiencia diaria y crucial entre la vida y la muerte.

La vida para cantar es un logro y un motivo para seguir compartiendo mi música y mi arte a quien tenga alma y corazón para recibirlos.